Aristóteles Onassis, el magnate naviero griego y segundo esposo de Jackie Kennedy, padecía Miastenia Gravis. En esa época, había poco conocimiento sobre la enfermedad y falleció debido a problemas respiratorios. Desde entonces, ha habido avances significativos en el reconocimiento, diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad, lo que ha llevado a diagnósticos más rápidos y efectivos, aumentando la prevalencia de la condición.
La Miastenia Gravis es una enfermedad neuromuscular adquirida en la que los impulsos eléctricos no pueden transmitirse desde el nervio hasta el músculo. Esto ocurre porque el paciente desarrolla anticuerpos contra los receptores de acetilcolina (el transmisor eléctrico) en la membrana del músculo, dañando dichos receptores y bloqueando la comunicación. Por lo tanto, la Miastenia Gravis es una enfermedad autoinmune.
Esta enfermedad se caracteriza por fatiga y debilidad muscular al hacer ejercicio o al final del día. La caída de párpados o visión doble ocurre en el 80% de los pacientes como síntoma inicial. La fatiga se manifiesta con debilidad de los músculos para tragar, hablar o masticar, la cual mejora con el descanso. En los primeros 2 años, la mayoría de los pacientes pueden desarrollar debilidad en el cuello y las extremidades, y en casos extremos, podría afectar los músculos de la respiración, lo que se conoce como crisis miasténica. La incidencia tiene dos picos de edad: a los 30 años y después de los 65 años.
El neurólogo sospecha de la enfermedad basándose en la historia clínica y realiza un examen neurológico con maniobras para intentar reproducir la fatiga característica. Hoy en día, podemos confirmar el diagnóstico mediante pruebas de sangre que identifican los anticuerpos contra el receptor de acetilcolina y estudios electrodiagnósticos para identificar el bloqueo neuromuscular.
El tratamiento se elige en función de la edad del paciente, la severidad, la duración y otras condiciones asociadas. El objetivo es lograr la remisión o que las manifestaciones sean leves y no afecten la calidad de vida. En general, el pronóstico de la enfermedad es bueno. El paciente con Miastenia Gravis se trata con una combinación de medicamentos para mejorar la comunicación neuromuscular y tratamientos inmunosupresores. En pacientes con deterioro progresivo, se puede usar plasmaféresis o inmunoglobulinas intravenosas para controlar la enfermedad de manera rápida, aunque por un tiempo corto. Recientemente, se han aprobado medicamentos inmunosupresores específicos para la condición, que actúan directamente en el mecanismo de la enfermedad, ya sea disminuyendo la destrucción de los receptores o los anticuerpos que los atacan.
Manejar la Miastenia Gravis es un arte. Con una sospecha clínica adecuada, un examen neurológico certero y estudios que lo confirmen, podemos llegar a un diagnóstico temprano y lograr un manejo efectivo. La educación al paciente es fundamental, incluyendo información sobre medicamentos que deben evitarse o utilizarse con precaución.
La Fundación de Miastenia Gravis de América y la Asociación de Distrofia Muscular son recursos adicionales para la educación del paciente.
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